En las alturas andinas del cantón Alausí, a más de 3.800 metros sobre el nivel del mar, la comunidad San Francisco de Achupallas escribe una nueva página en su historia de organización y lucha por el buen vivir. Durante el período 2024 – 2025, se encuentra en ejecución un proyecto de sistema de riego tecnificado, una obra vital que promete transformar la vida de decenas de familias campesinas.
Este importante proyecto es posible gracias al apoyo conjunto de tres niveles de gobierno: el Gobierno Provincial de Chimborazo, el GAD Municipal de Alausí, y el GAD Parroquial de Achupallas, quienes han unido esfuerzos técnicos, económicos y humanos para garantizar su realización. Cada una de estas instituciones ha aportado recursos en distintas etapas del proyecto, mostrando que la articulación interinstitucional sí da frutos cuando se trabaja con visión comunitaria.

El sistema de riego parte de un reservorio comunitario existente, ubicado en una zona estratégica de captación de agua en la parte alta de la comunidad. Este reservorio, que representa un valioso activo de la organización comunal, está siendo revestido y fortalecido estructuralmente para garantizar su seguridad, durabilidad y eficiencia operativa. Desde allí, el agua recorrerá varios kilómetros a través de un sistema de tuberías tecnificadas que llevará el recurso vital directamente hasta las parcelas productivas de las familias beneficiarias. Este sistema no solo representa un logro técnico; es un símbolo de resiliencia comunitaria, de conexión con el territorio y de respeto por los ciclos de la naturaleza. En un contexto de cambio climático y escasez hídrica, garantizar el acceso al agua para riego es garantizar la vida, la producción y la alimentación de las presentes y futuras generaciones.


Contar con un sistema de riego eficiente no solo mejora el rendimiento agrícola, sino que permite a las familias diversificar cultivos, reducir la migración forzada, fortalecer la economía local y recuperar prácticas ancestrales de cultivo adaptadas al contexto andino. Este proyecto tiene también un profundo sentido simbólico y cultural. El agua, como elemento sagrado en las cosmovisiones indígenas, no es solo un recurso: es fuente de espiritualidad, identidad y comunidad. Cuidarla, distribuirla y utilizarla de manera justa y eficiente es también un acto de defensa del territorio y de construcción de soberanía.
La experiencia de San Francisco de Achupallas demuestra que el trabajo coordinado entre comunidades organizadas e instituciones públicas sí funciona cuando hay voluntad, respeto mutuo y objetivos comunes. Desde la Fundación Kawsayta Awashun, celebramos este tipo de iniciativas que fortalecen el tejido social, promueven el desarrollo sostenible y reivindican el derecho de las comunidades rurales a vivir con dignidad.